Aproveche que se quedo dormido en el coche, tras cansadisima excursión de quince minutos al interior de la Selva de Oza (me encanta este nombre), para darle un susto, tome el volante y conduje nuevamente hasta la plaza de. Anso, precioso pueblo de calles y casas empedradas.
Al despertar no entendía nada, miro el libro de brujas, pirineo fantástico que tenia sobre la barriga y lo tiro al maletero en perfecta parábola
02 septiembre, 2007
Por la boca del infierno
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