29 agosto, 2007

I'm presionante (en 3 palabras)

Impresionado estoy aún, ya no va de un tópico más en este blog secuestrado, no hay espectáculos tan impresionantes, tan bastos, que te remuevan tan adentro  como los de la naturaleza.

Tras un dià de excursión por el otro lado del pirineo (¿será por el mismo efecto que el césped de tu vecino siempre parece.màs verde (GB dixit) y su mujer más jamona (L'H dixit) que el pirineo del otro lado siempre me parece mas verde, frondoso y bonito?. o solo sera pq es vertiente norte y por ende en este hemisferio mas ombrio, húmedo y demás), volvieron agotados unos, los de más de cuarenta, y anhelantes el resto de piscinas, de aguas y de bolas, aproveche el momento, para retomar la lectura, y arrastre el libro de Almudena hasta la piscina, una vez instalado y apenas sumergido en él, me llama la atención la voz de Ella, instando apresurada a Él, que salgan del agua pq sino se van a mojar, mira lo que viene, sigo con la mirada su gesto de cabeza. El espectáculo era grandioso, las montañas que cerraban el valle del otro lado del río, estaban iluminadas por la ultima luz de la tarde, dorada y oblicua que se filtraba en haces a través de los densos nubarrones, y bajo ellos a tras luz podía apreciarse claramente  una densa cortina de agua que diluia el paisaje bajo ella,  y que avanzaba hacia nosotros: donde aun tocaba el sol y una pareja y Marc seguían en la piscina. Pero lo realmente impresionante era que podía oírse el golpeteo de la lluvia sobre todas las cosas al otro lado del río, avanzando hacia nosotros, que mirábamos arrobados y en silencio, vamonos ovlvio a decir Ella que nos vamos a mojar, decía al tiempo que salía de la piscina, supongo que debía estar preocupada por las toallas o la ropa, en apenas un minuto, la lluvia llegó, densos y gruesos goterones, llenaron el aire, agua casi maciza se desplomo sobre los cuerpos semidesnudos que huían, un trueno sono lejano y todo se oscurecio de repente, Marc corría delante mio, al tiempo que yo me empapaba tras él, intentando proteger el libro, es un libro prestado por una amiga, si hubiera sido de él, ahí se hubiera quedado a tomar la fresca.



El aguacero no duro más de cinco minutos, Víctor a cubierto en la piscina de bolas ni se entero.

Lo que se perdió, cuenta mi ignorante anfitrión el año pasado en Bergen vieron algo similar, desde una montaña mirador a la que se sube en teleferico para contemplar la ciudad y las islas que la protegen del mar del norte. Vieron un denso nubarron sobre una de las islas, y como este avanzaba con el viento hasta el canal que separaba una de las islas del extremo más alejado de la ciudad, pudieron ver entonces como el mar burbujeaba bajo la nube, por la cortina de lluvia que debía arrastrar bajo ella, aquella mole gris,  inmensa y vaporosa

Pero aquel fue un espectáculo silencioso, un drama visto en una pantalla gigante y a distancia, sin sonido, sólo el viento que agita ba una enorme bandera noruega sobre sus cabezas.

Nunca olvidaré como sonaba la lluvia al otro lado del río

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