28 agosto, 2007

La sombra de una nube

La única en todo el día, día caluroso, se agradece después de este octubre de verano que teñiamos últimamente, a los niños la subida desde el puente de Bujaruelo, desvío a la izquierda a la entrada de Ordesa, se les atragantó un poquito, y eso que fueron en coche hasta donde la cadena ya no daba más opción, Víctor subió la mayor parte del tiempo a hombros de su porteador pro creador, (3OO m de desnivel)  lo que restaba velocidad a mi cabalgadura, yo iba tan ricamente de polizón en un bolsillo de la mochila, junto a la comida claro, salchichón, queso y pan., pobres criaturas...

Mientras el porteador descansaba a la sombra de un pino (supongo que negro dada la altura) y los niños jugaban con el agua, yo me fui solito hasta el final del valle glaciar de Otal, acababa en un refugio-casa de pastores y una pequeña cascada, todo ellos ambientado por el sonido de cientos de cencerros que unas cuantas vacas hacían sonar desacompasamente a mi alrededor, de las marmotas prometidas por la guía, rien de rien, claro que que bestia con mas de dos patas y tres dedos de frente va a estar con este solijero al descubierto,  entre las doce y las cinco de un día soleadisimo de finales de agosto.

Al fondo algún picacho de Ordesa, seguro...

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